El consumo de fármacos recetados se ha vuelto un problema más serio que el de las drogas callejeras. Analgésicos, depresores, antidepresivos, pastillas para dormir, y estimulantes pueden parecer seguros debido a que han sido recetados por los médicos, pero pueden ser tan adictivos y potentes como la heroína o la cocaína que se vende en la calle.
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